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Nuestro padre. 

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Nuestro padre. 

El jardinero que a las 6 de la mañana del 8 de junio de 1958 descubrió un coche en el tejado del edificio Senate House, en la Universidad de Cambridge (Reino Unido), debió pestañear varias veces, tratando de aclarar la vista y preguntándose si no le estaría engañando la escasa luz del amanecer. No podía ser; ¿a qué altura estaba el techo del edificio que contemplaba a cierta distancia? Seguro que a más de 25 metros. Y sin embargo creía ver con claridad que aquello se trataba de un coche: los faros, los guardabarros, las ruedas, las ventanillas...

Un rato más tarde ya había por allí multitud de estudiantes curiosos, además de la policía, que había sido avisada por los responsables del centro. Las autoridades accedieron al tejado guiados por estos y confirmaron lo que parecía verse desde abajo: en efecto aquello era un coche, en concreto un Austin Seven, descansando sobre las planchas inclinadas de zinc como si hubiese caído de las nubes, con las ruedas del lado izquierdo cayendo hacia un lado del tejado y las del derecho hacia el otro, de forma que se mantenía en equilibrio. Lo extraño es que no había ninguna rampa o posible acceso por el que el coche hubiese podido llegar hasta allí... Y sin embargo todos lo estaban viendo con sus propios ojos.

Bajar el coche de allí no fue en absoluto fácil. Aunque el Austin Seven apareciera de la noche a la mañana, se necesitó una semana entera para posarlo de nuevo en la calle gracias al trabajo de un buen número de profesionales. Y ello no hizo más que incrementar la expectación, porque el extraño caso apareció en los medios de comunicación de medio mundo.

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